MERCADO LABORAL: OCUPACIÓN Y SALARIOS - III TRIMESTRE 2016



1.    Catástrofe salarial

La magnitud del déficit público genera algún debate sobre la existencia de un ajuste por parte del gobierno macrista. Observando la evolución del salario (gráfico 6), desmoronado a partir de la devaluación y el proceso inflacionario exacerbado por el “tarifazo”, se despeja toda duda: el poder adquisitivo del sueldo medio bajó a niveles de 2010; y en la comparación interanual (terceros trimestres 2016-2015), el recorte es del -11%.[9] Y del -9% comparando con III-2014, año también con devaluación y suba de tarifas y alta inflación. Considerando la variable en dólares, el quiebre es mucho más abrupto: para el mismo período, la caída es del -21% (y del -9,3% respecto de 2014).

 

Gráfico 6. Evolución del salario real y del salario medido en dólares (empleados registrados en sector privado). Mensual (01/12=100), ene/12-sep/16

Fuente: GERES en base a INDEC, BCRA, sección "inflación" del presente informe.

 

Para el caso del empleo público, GERES construye una serie propia considerando como testigo la evolución de los salarios de los empleados de la Administración Pública Nacional (excluyendo fuerzas de seguridad, gráfico 7). Este tipo de salarios tocaron un piso absoluto en el segundo trimestre (desde 2002 la serie no registra valores reales tan bajos), siendo que los últimos aumentos paritarios llevaron al haber demostrativo a un nivel un -7,7% por debajo del vigente en 2015 (mismo trimestre).

Gráfico 7. Salario real de los empleados de la Administración Pública Nacional. 12/2001=100. 01/2013-09/2016.

Fuente: Elaboración GERES en base a Infoleg y sección "inflación" del presente informe

 

2.    Empleo y desempleo

El INDEC difundió los datos del mercado laboral correspondientes al tercer trimestre de 2016. Los datos provistos resultan más razonables que los producidos por conducción anterior, si bien (dado que la transición en el organismo estadístico es “gradual”, por usar una palabra de moda) aún requieren de ser cotejados con otra información disponible. Por ejemplo, en la comparación con el relevamiento de la Ciudad de Buenos Aires para el segundo trimestre del año –último dato disponible- puede hallarse que el INDEC registró una desocupación menor en ese aglomerado en particular. Mientras que el INDEC computó un 8,5% de desocupación abierta, la CABA un 10,5%; tasa un 24% mayor. Por supuesto que esta diferencia está alejada de las brechas que arrojaba esta comparación previamente: en el informe GERES de hace un año atrás, que computamos esta misma variación para segundos trimestres, se encontraba una diferencia de casi el 70%. Tomando entonces con relativo recaudo el dato (el retorno de la directora histórica de la EPH ciertamente contribuye a la confianza), se encuentra que el nivel de desempleo está en un 8,5% de la PEA; dato que –inflacionado de acuerdo a los parámetros históricos para abarcar a toda la población urbana argentina- implica un millón y medio de personas afectadas (cuadro 6).

 

Cuadro 6. Principales indicadores del mercado laboral, tercer trimestre 2016

*estimación GERES. Fuente: INDEC

Cuadro de texto: Desde el Estado: negación

Pareciera que la publicación de datos sobre inflación más creíbles no alteró la propensión de los funcionarios a fabular relatos voluntaristas sobre la realidad. Desde el ministerio de Trabajo, contra todo empirismo, se hace la apreciación de que el salario real no varía entre 2015 y 2016. Por supuesto que los números que se presentan son borrosos: el análisis principal considera datos “esperados” y retoma las alquimias de Kicillof en el sentido de considerar en lo fundamental el año calendario y mirar el “último mes” del mismo, sin ver que todo el verano no tuvo casi actualizaciones y el poder de compra se pulverizó, y que el mes de diciembre es la antesala a otro período de retroceso del salario real (por la “cronoestructura” de las negociaciones paritarias). 
Cuando sí se toma el “año paritario”, los números escasean y ¡hasta se lo presenta mejor! Por supuesto, aquí el punto es que el programa macrista en buena medida se compara consigo mismo, pues toma los meses diciembre/15-abril/16… y si bien aún le da una fuerte caída, se postula que ello cambiará de aquí a mayo del año que viene. Debe finalmente considerarse que es verdad que juega un rol la política fiscal, más difícil de medir. Pero no necesariamente en el sentido en que señala el articulista, de aumentar el salario: las asignaciones familiares se incrementaron, pero están por debajo de la inflación, y el tema del impuesto a las ganancias aplicado a los sueldos estuvo lejos de resolverse durante 2016. Si bien se elevó el mínimo –como se ha hecho otros años-, se niveló “para abajo”: se levantaron las eximiciones de pago nacidas en 2013, con lo que, contrariamente a lo expuesto en la nota analizada, tributa ahora más gente que el año pasado.
La subocupación trepa al 10,2%, con lo que la población total desocupada o subocupada puede estimarse en este momento en torno a los 2,25 millones de individuos. Estas tasas, más abultadas que las que mostraba el Instituto durante la presidencia de Cristina Fernández (en el tercer trimestre de 2015 proponía la fantasía de un 5,9% de desempleo), son una combinación de la vuelta a la normalidad de la tasa de actividad con el retroceso registrado por múltiples fuentes en el nivel de empleo. En cuanto a lo primero, durante los últimos años el INDEC registraba una tasa de actividad cada vez menor. Si bien la creación de puestos de trabajo exhibía una dinámica aletargada, por debajo del crecimiento vegetativo poblacional, el desempleo no subía (¡no! ¡hasta bajaba a mínimos desde el retorno de la democracia!) dado que –en proporción- menos gente sin empleo buscaba activamente trabajar. En los últimos dos comunicados de prensa se observa que esta variable ha retornado a valores más coherentes. Por otra parte, 2016 ha sido un año no de lentitud en la creación de trabajo, sino de su lisa y llana destrucción. Esto es en lo fundamental la consecuencia directa del accionar estatal (principalmente por volumen del Estado Nacional, pero la tendencia fue la norma también en provincias y municipios): si bien el sector privado es el que ha experimentado la mayor cantidad de despidos, buena parte de los mismos surge del frenazo a la inversión pública, que se expresó en la cesantía en masa de obreros de la construcción (son alrededor del 70% de los despedidos no estatales). El gráfico 8 expone la evolución de los despidos en el año (según los registra Tendencias).

 

Gráfico 8. Despidos registrados según empleador, mensual. Dic/15-Sep/16

Fuente: elaboración sobre los datos de consultora Tendencias

 

3.    La Tasa de Argentinos Desesperados por el Desempleo (TADD)

El INDEC volvió a poner a disposición del usuario una base de microdatos de la EPH, la correspondiente al segundo trimestre de 2016. En base a ella, GERES computa un coeficiente con el que pretende observar de una manera más abarcativa el drama de la desocupación; en particular su expresión en el mercado de trabajo. Después de todo, la medición de la desocupación abierta es extremadamente concesiva: se recuerda sólo es considerado desempleado quien, habiendo buscado activamente trabajar, no logró emplearse siquiera una hora por semana. La TADD considera, en adición a la desocupación abierta, a otras categorías en el mercado de trabajo igualmente lamentables: los infraocupados (personas que sólo trabajan 12 horas a la semana queriendo trabajar más, lo que supone reducir a la tercera parte la carga horaria que define a los “subocupados” de la medición oficial), los ocupados “carne de cañón” (ocupados que trabajan más de 30 horas a la semana por un sueldo ínfimo –menos de $3.853 al mes-, que se supone aquí que toman este tipo de posiciones en el mercado laboral por encontrarse como alternativa el desempleo pleno- y los desocupados “desalentados” (personas que en el período de referencia han desistido de la búsqueda pero no por no necesitar trabajar sino por estar abatidos ante un persistente resultado negativo en este intento). Para este último contingente se computan dos versiones, siendo los “A” los inactivos que afirman no buscar empleo porque “se cansaron de buscar” o “hay poco trabajo en esta época” (dos opciones del cuestionario de la EPH) y los “B” los que no buscaron en el período de referencia pero sí lo hicieron en algún momento de los últimos 12 meses. Los cómputos se exponen en el cuadro 7, que presenta los datos correspondientes a la población de referencia de la EPH e inflacionado para el total urbano del país.

Cuadro 7. Argentinos desesperados por el desempleo, según categoría. Datos en bases EPH y total del país. Segundo trimestre 2016

Fuente: GERES, procesando información INDEC (EPH) y MECON.

 

La información volcada al cuadro 7 la tomamos como provisoria, los tabulados EPH han sido publicados de forma irregular (formato Excel) y hemos encontrado no pocas inconsistencias (la mayoría inflan un poco el número: ocupados con ingresos “0”). Y no nos arriesgamos a hacer comparaciones con los últimos datos publicados: desconfiamos en exceso de los datos del INDE”K”, en particular en lo que atañe a este punto del dato de ingresos de los trabajadores informales, que el organismo venía “viendo” crecer muy por encima de las paritarias formales, cosa que impacta decisivamente sobre el volumen de los “ocupados carne de cañón”. De todas formas, el salto que estamos registrando es grotesco: la TADD multiplica por 3,5 al desempleo abierto, e implica a alrededor de 6 millones de trabajadores para el total urbano, un tercio de la PEA. Al margen de los manejos estadísticos previos, la magnitud crítica se explica por la dinámica que destructiva que caracterizó al plan económico gubernamental de 2016: al aumento del desempleo se suma un crecimiento importante del componente infraocupado (eliminación de changas por el deterioro del salario y la caída de la actividad y el empleo, reduciendo la capacidad de tomar horas de una franja apreciable de nuestros connacionales) y de la dinámica inflación/salarios en los circuitos informales, que convirtió a numerosísimas ocupaciones en “ocupaciones carne de cañón”.

[9] Se consideran los empleos “en blanco” del sector privado, dado que en nuestra opinión el cómputo de INDEC sobre haberes de empleados informales y públicos no es muy riguroso. A partir de abril de 2016 se toma como fuente al RIPTE del Ministerio de Trabajo, en espera del retorno del CVS. El dato de septiembre de 2016 está imputado.