RESUMEN EJECUTIVO - III TRIMESTRE 2015


La cuestión del estrangulamiento de la balanza de pagos afecta a la totalidad de los argentinos desde el 2011, por cuanto ha sido consustancial a un patrón económico caracterizado por la fuga de divisas y que ha sumido a nuestro país en un estancamiento económico desde entonces, con tintes recesivos en 2012 y más agudamente durante 2014; en efecto, Cristina Fernández finaliza su segundo mandato con un nivel de actividad económica similar al que se observaba a su inicio, cuatro años atrás. La mencionada problemática estructural se afrontó con un conjunto de restricciones destinadas a reducir la demanda de dólares (importaciones –fundamentalmente para la industria y el sector energético-, compra de divisas por motivo de ahorro y turismo, y las transferencias de capital al exterior) sin afectar el pago de deuda. De todos modos, y a pesar de la vigencia del cepo cambiario, este proceso condujo a una vertiginosa merma de reservas. En 2014, la sangría de los activos internacionales del BCRA fue frenada precariamente a través de una política de corte ortodoxo y en el transcurso del corriente año la estrategia implementada para estabilizar el nivel de las reservas se edificó en un mayor endeudamiento (swap con China, Bonar 2024, entre otros). A su vez, el comportamiento del sector externo -la principal fuente de divisas de la economía- continúa condicionado por el deterioro de los términos de intercambio y acentúa su declive.

En lo que se refiere al tercer trimestre, el IGA exhibió una caída del -0,5% con relación al trimestre anterior (en términos desestacionalizados), mientras que mostró una suba del +2,2% respecto de igual período de 2014, favorecido por la baja base de comparación del año pasado; recordemos que el pozo recesivo de la economía se había alcanzado en dicho período. En cuanto a la evolución por sectores, la construcción continuó mostrando un buen desempeño; así lo evidencian las subas en los indicadores ISAC-INDEC (+7,4%), Índice Construya (+15,8%) y el Consumo de Cemento del Mercado Interno (+6,3%). Por su parte, la molienda de soja alcanzó un récord histórico, elevándose a 12,83 millones de toneladas (+19,2% interanual). En sentido contrario, la actividad industrial se mantuvo estancada y el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), informado por el INDEC, exhibió en el tercer trimestre una variación casi nula con relación al trimestre previo; en particular, el sector automotriz registró una merma del -3,7% interanual (noveno trimestre consecutivo de caída en la producción). Por último, la producción de petróleo –a pesar de la notable expansión de los subsidios- continúa en el mismo nivel respecto al período anterior y no logra revertir la tendencia declinante iniciada a partir del año 2002.

Por su parte, el poder adquisitivo del salario, fuertemente ajustado durante 2014, registra un repunte en el trimestre (+2,1%). Esto es resultado de que término medio las paritarias estuvieron este año por encima de la inflación, la que –muy influida por la relativa estabilidad en el tipo de cambio- ha bajado respecto al explosivo 2014 ubicándose en torno al 24/25% (valores por cierto que muy elevados en la comparación internacional, especialmente considerando que la inflación medida en dólares está cerca del 9% anual y que este período se ha caracterizado por una deflación en los precios mundiales de alimentos y energía). Aún así el salario real está un -5% por debajo de su nivel de 2013. No ocurre lo mismo con otros ingresos como la jubilación mínima y la AUH: deflactándolas según la inflación en alimentos y bebidas se ubican ambos en los máximos valores de sus respectivas series. La primera tras haberse recuperado respecto del ajuste devaluatorio de 2014, la segunda habiendo siempre recibido actualizaciones acordes a la marcha de los precios.

En el marco mencionado, se registró un “veranito” en el consumo que fue un aliciente para la deteriorada economía, impulsado por el mayor financiamiento para las compras mediante el programa “Ahora 12”; así, la línea de préstamo vinculada al consumo vía tarjeta de crédito evidenció una suba anual del +52,2%, la tasa más elevada desde el tercer trimestre del año 2006. Por su parte, los créditos personales favorecidos por las tasas máximas exhibieron un importante avance de +33,5% anual. Cabe señalar que el mayor financiamiento se debió a la expansión de la liquidez en el mercado producto del esquema de tasas de interés mínimas para los plazos fijos, medida que orientó buena parte del excedente monetario a las entidades financieras.

Con el informe del INDEC correspondiente a este trimestre terminó de caer la cortina del oscurantismo estadístico sobre la situación del mercado laboral argentino. El organismo despide a Cristina “midiendo” la menor desocupación en 28 años. No obstante, el panorama es en realidad mucho menos alentador: la dirección de estadísticas de C.A.B.A estima que la desocupación es un 70% más elevada.

En cuanto a la evolución de las cuentas públicas, durante el tercer trimestre se observó una desaceleración en la tasa de aumento del gasto público (+32%), respecto al promedio verificado en el trimestre anterior (+39%). Por otra parte, la recaudación impositiva (+33%) mantuvo una tasa de crecimiento por encima de la inflación debido a los mayores recursos originados en el impuesto al valor agregado (+33%), como consecuencia de la suba del consumo en términos reales. Sin embargo, en los primeros nueve meses de 2015, los recursos tributarios crecieron al +31% en términos interanuales, mientras que el gasto total se expandió en un +37%. Entre los factores que explicaron la evolución del gasto se destacaron las erogaciones en seguridad social (+44%), impulsados tanto por el aumento de los haberes (+33%) como por la ampliación de la cobertura previsional a 550.000 nuevos jubilados producto de la última moratoria. Por consiguiente, el déficit fiscal acumulado en el período enero-setiembre se amplió a $ 196.793 millones y cerraría el año en una cifra equivalente a 6,5 puntos del PBI.

Por otro lado, continúa profundizándose la deplorable situación del frente externo. Las exportaciones prosiguen con su caída (-11,8%) debido a la fuerte baja en el precio de los productos exportados (-15,9%), a pesar del repute de las cantidades (+4,8%). Las ventas externas al exterior suman así un descenso del -15,8% al tercer trimestre. Dado el menor retroceso de las importaciones (-1,8%), el saldo comercial que informa el INDEC apunta a quedar en uno de los más bajo desde la salida de la convertibilidad. Sin embargo, incluso estos números desfavorables serían peores aún, si tenemos en cuenta la supuesta manipulación de los datos de comercio exterior. En efecto, de acuerdo a la base de usuarios del propio INDEC (que no es pública, y que contratan algunas consultoras), al tercer trimestre de 2015 el saldo se ubicó en terreno negativo en torno a los U$S -2.000 millones (siendo deficitario por primera vez desde 1999).

En tanto, el comportamiento del sistema financiero estuvo condicionado por la incertidumbre electoral. En este marco, la creciente emisión monetaria (+34,8% anual) por parte del BCRA se engranó con un enorme endeudamiento (Bonac, Bonad 2017 y Bonar 2017) para sostener una política fiscal sumamente expansiva. Luego de 6 trimestres consecutivos, la aspiradora de pesos detuvo su marcha y abandonó el plan de esterilización durante el tercer trimestre; esto se debe a que el excedente de pesos producto de la monetización del déficit fiscal fue compensado en parte por la enorme contracción monetaria que generaron las crecientes ventas de dólares que efectuó el BCRA y que tuvo como correlato una significativa caída en las reservas. De esta manera, el gobierno convalidó un fuerte drenaje de reservas como consecuencia de las operaciones con los ahorristas y turistas argentinos. Cabe consignar que, las “reservas no comprometidas” –depurando de las reservas declaradas por el BCRA la deuda a corto plazo- culminaron el tercer trimestre en U$S 9.042 millones y registraron una caída del -27,2% respecto al trimestre previo; así, la relación entre reservas propias y “alquiladas” descendió de un 75% en el 2011 al 27% a fines de septiembre. Los últimos datos -al 20 de noviembre- mostraron un derrape de las “reservas no comprometidas”, fundamentalmente luego del emblemático pago del Boden 2015, las cuales se precipitaron al alarmante nivel de U$S 774 millones. El fenomenal proceso de descapitalización de las arcas del ente monetario –suavizado por más endeudamiento (swap con China, Bonad 2020 y Bonar 2024, entre otros)-, y el mayor sobrante de pesos, incrementan las presiones cambiarias y ponen en jaque la resquebrajada “estabilidad financiera”.

En sintonía con lo sucedido desde marzo de 2014, la política cambiaria –con eje en un tipo de cambio oficial “cuasi-fijo”- continuó enfocada, a lo largo del tercer trimestre, en morigerar la evolución de los precios y en mantener el dólar paralelo a raya. No obstante, la situación del tipo de cambio argentino se está viendo afectada por un reposicionamiento de las monedas de los principales socios comerciales de nuestro país (debilitamiento del Real, Yuan y Euro, y fortalecimiento del Dólar). Esta presión sobre la moneda nacional que viene del exterior combinada con las tensiones internas (la significativa expansión de la base monetaria, tasa de inflación elevada, caída de reservas, entre otras), explicaron la voracidad por el billete norteamericano que se plasmó en una tendencia creciente en la brecha cambiaria, la cual alcanzó un 68% a fines de septiembre.

Si bien la transferencia de ingresos alentada por una política fiscal expansiva logró recuperar el consumo en el presente año electoral, el fuerte deterioro en la posición de las reservas internacionales expresa las inconsistencias de la actual política económica para afrontar la situación de estancamiento que se verifica en la economía desde 2011. En este contexto se descuenta, como parte de las medidas económicas del próximo gobierno, una modificación del tipo de cambio y la búsqueda de financiamiento externo. En el corto plazo, como una de las consecuencias de esta salida a la crisis del sector externo, se prevé un aumento de la inflación y probable caída de la actividad económica.